Ungulados frescos en un mundo en calentamiento

Imagínate que vives en Key West, en Florida, donde las temperaturas de verano pueden llegar a los 95 grados Fahrenheit y la humedad puede estar cerca del 80 por ciento. Imagínate que estás sentado en una playa disfrutando de la vista al mar, pero empiezas a sudar a medida que el sol sube. Si continúas sudando y tienes mucho calor ¿que harías para refrescarte? Podrías meterte al agua de mar o podrías irte a un lugar con aire acondicionado.

Sudar, ir a nadar o escaparse del calor del sol son lo que los científicos llaman termorregulación. La termorregulación es lo que hace tu cuerpo para mantener su temperatura interna independientemente de la condición ambiental a tu alrededor. De forma similar a los amantes de la playa que sudan o se van a un lugar más frio, los animales salvajes también tienen adaptaciones fisiológicas y de comportamiento para ayudar a termo-regularse.

Ahora imagínate que estás en el Parque Nacional de Yellowstone, en Wyoming, donde estás observando feliz una hembra alce y su crío acostados felices en la base de una agrupación de pinos. Es un día de verano hermoso y se te ocurre que es raro que los animales no estén comiendo la hierba verde exuberante y los sauces recién salidos que están a su alrededor.

Los alces probablemente están haciendo lo mejor que pueden hacer para mantenerse frescos.

Arte de Ben Regan

Los alces son grandes, oscuros, y no pueden sudar—esto significa que son muy sensibles al sobrecalentamiento. Sin mecanismos fisiológicos para enfriarse, los alces deben alterar su comportamiento cuando tienen calor.

Los alces se termo-regulan y cambian su comportamiento en los meses de verano para enfrentar los cambios de temperatura durante el día. A menudo los alces seleccionan hábitats que están cerca del agua o aquellos que tienen mucha sombra, especialmente cuando la temperatura alcanza su máxima durante los días calurosos. Aquellos lugares que ofrecen un respiro del calor del sol se les llama refugios termales. En días muy calurosos los alces pasan entre 3 y 16 horas en estos refugios termales. Aunque este comportamiento les ayuda a refrescarse, les hace imposible buscar la comida necesaria para llegar a las increíbles 40 a 60 libras de vegetación diarias que deben consumir para alimentar sus enormes cuerpos.

Aunque acalorarse es algo más bien inevitable, algunos ungulados toman medidas extras para asegurarse, en primer lugar, de no recalentarse. El pecarí de labios blancos es un ungulado pequeño que se parece a un puerco y vive en muchos hábitats alrededor del mundo. Aunque están mejor acondicionados para climas calurosos que los alces, los pecarís de labios blancos reducen sus niveles de actividad de forma substancial cuando las temperaturas sobrepasan los 86 grados Fahrenheit. Al mantener un bajo perfil los pecarís evitan recalentarse. El orix de Arabia que vive en el calentísimo desierto de Arabia Saudita cambia de ser súper activo en el día a hacer sus actividades en la noche durante la parte más calurosa del año. Los ejemplos de termorregulación pueden ser diferentes y se manifiestan en animales en todo el mundo.

Desafortunadamente el clima está cambiando y los alces y otros animales con mucha sensibilidad al calor están sufriendo del sobrecalentamiento de manera creciente. Hay algunos pasos para minimizar el estrés de sobrecalentamiento que podemos tomar quienes amamos la vida salvaje. Primero, al visitar un parque o al encontrarse con un alce, mantén tu distancia. Un alce tendido a la sombra está probablemente tratando de limitar su exposición al calor del sol. Si te acercas, el animal probablemente se va a levantar y va a buscar otro lugar para tenderse. Al moverse, se expondrá al sol y su cuerpo se calentará—algo que está tratando de evitar. De forma adicional, al no moverse mucho durante la parte más calurosa del día, el animal está conservando calorías que no puede reemplazar fácilmente debido al tiempo limitado que tiene para alimentarse.

Arte de Ben Regan

Otra cosa que nosotros los humanos podemos hacer es minimizar las barreras que construimos, como las vallas y caminos, especialmente en áreas al borde de arroyos, lagunas y áreas boscosas que tienen todas las condiciones para ser buenos hábitats para los alces. Esta idea se conoce científicamente como conectividad del paisaje y describe cuan fácilmente los animales pueden navegar de un hábitat adecuado a otro. Aunque los alces pueden navegar estructuras hechas por el hombre, el hacerlo les agrega demandas de energía que les son apenas suficientes al estar tratando de mantenerse frescos. A medida que los humanos continúan tratando de llegar a lugares agrestes y aislados que son terrenos de alces, sus hábitats se vuelven muy fragmentados. En la cima del verano, esta fragmentación puede drenar más y más energías de los alces e imponer aún más estrés de sobrecalentamiento del que ya sobrellevan.

La termorregulación a través de comportamiento es algo que los humanos tienen en común con todos los animales del mundo. Sin embargo, la habilidad para adaptar el comportamiento al calentamiento del clima está transformándose en algo muy importante para los animales que son sensibles al calor y no pueden escaparse metiéndose en un lugar con aire acondicionado. Por lo tanto, recuerda que debes mantener distancia con los animales y dejarlos que continúen su estadía en un lugar sombreado para que así ellos conserven las energías que han logrado recolectar.

 

Compendio by Katie Bearden.